¿A quién ponemos en el banquillo? ¿A un adolescente? ¿A su familia?, ¿A la escuela? ¿Al Estado con sus instituciones? ¿Como medimos? ¿A quien medimos?
¿Qué nos pasa cuando hablamos de violencia? ¿Qué nos pasa cuando hablamos de la escuela, de la familia como instituciones pilares en la formación de niños y adolescentes?
En los últimos días se dio a conocer un nuevo caso de violencia escolar. Ocurrió en la provincia de Santa Fe, donde un niño de 11 años fue gravemente golpeado por compañeros de la escuela y debieron extirparle un testículo y tiene el otro severamente comprometido.
El violento episodio se produjo en uno de los baños de la escuela primaria "Brigadier Estanislao López" de Fighiera. La víctima y sus hermanos venían siendo hostigados por su condición de salteños.
Este caso es uno más que se suma a una larga lista de hechos violentos en escuelas.
La diputada del GEN-FAP Fernanda Antonijevic ha presentado un proyecto de ley en la provincia de Buenos Aires, con el fin de darle herramientas a las Instituciones educativas para abordar y contemplar este flagelo social denominado acoso escolar (también conocido como hostigamiento escolar, matonaje escolar o por su término inglés bullying).
El acoso escolar es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en los establecimientos educativos, haciéndose extensivo en las comunicaciones virtuales o cibernéticas. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia (12-13 años), siendo ligeramente mayor el porcentaje de niñas en el perfil de víctimas.
El acoso escolar es una forma característica y extrema de violencia escolar. Es una especie de tortura, metódica y sistemática, en la que el agresor insume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad entre compañeros. Es una forma más de discriminación, una epidemia silenciosa que afecta a muchos escolares, y que suele conllevar graves consecuencias.
En la actualidad, según psicólogos y psicopedagogos, no cualquiera es acosador y no cualquiera es acosado, aunque sí cualquiera es observador. Estos últimos, simplemente disfrutan del “espectáculo” o en la mayoría de los casos se unen al grupo acosador para conseguir más “poder” y llegar a hacer algo que quizá deseen pero individualmente no se animan a concretar.
El “bullying” es una forma de violencia que incide en el rendimiento escolar, provocando ausentismo, bajas notas y hasta el abandono en la escuela.
Para la diputada Antonijevic “es imprescindible abordar esta problemática. No podemos combatir el bajo rendimiento académico y la deserción escolar ignorando estos hechos de violencia intramuros.” Y agregó: “el silencio nos convertiría en simples espectadores, y también en cómplices”.
El bullying no es un fenómeno nuevo pero en las escuelas no hay programas oficiales para lidiar con este sufrimiento que muchos niños y adolescentes padecen diariamente. Existen datos específicos que indican que es un problema que existe a nivel mundial.
A principios de los años setenta se comenzó a investigar en Noruega y fue allí donde un psicólogo, Dan Olweus, acuñó el término y diseñó un programa de prevención de bullying que se aplica hace más de 20 años en varios países. Inglaterra, Estados Unidos y España son otros de los países que más han estudiado este tema que, en su forma más grave, puede desembocar en la muerte de los involucrados ya sea por lesiones graves, suicido ("bullyicide") u homicidio entre los alumnos (J. Srabstein).
En Argentina, a pesar de haber sufrido tragedias relacionadas al bullying, (recordemos el caso de Carmen de Patagones) aún no se han realizado estadísticas oficiales, ni informes precisos sobre el tema ni se han desarrollado planes globales para encarar el problema.