CAPITAL FEDERAL, Junio 20.-(Por Mario Wainfeld) El levantamiento del corte y el fallo sobre la ley de medios, nuevos escenarios. La Asamblea, lecciones y perplejidades. El desafío a los dos gobiernos rioplatenses. El fin de las cautelares fáciles y las chicanas VIP. En Tucumán, una prueba de la burocracia del terror. Y un cierre sobre consumos y expectativas.
Quedaron desairados los augurios de quienes (comprendido este cronista) presuponían una mengua en la actividad política, bajo el manto mundialista. El fallo de la Corte Suprema revocando la suspensión de la vigencia de la ley de medios, el levantamiento del bloqueo en Gualeguaychú, la renuncia del canciller Jorge Taiana y la aparición en Tucumán de listas que documentan el terrorismo de Estado conjugaron una semana pletórica de novedades, en su mayoría auspiciosas. Merecen, cuanto menos, un vistazo.
La Asamblea de Gualeguaychú decidió un gesto histórico. El debate de los vecinalistas, que llegó en vivo por canales de cable, dejó pistas sobre ese movimiento que –todo lo indica– entra en una etapa cualitativamente diferente. En ese debate y en el emotivo levantamiento de ayer abundaron exigencias y advertencias de volver al puente, pero seguramente será complicado lograrlo. Un cambio de tendencia se percibía en el ambiente, aunque la mayoría de los oradores se inclinó por la continuidad de la medida de fuerza.
El ejercicio ciudadano trasuntó la convicción y la pasión de los participantes, tanto como el respeto que se profesan quienes fueron compañeros en años de lucha, que ahora tienen posturas divididas. La consideración recíproca signó las intervenciones. El arduo escrutinio del veredicto, que forzó a infructuosos conteos, luego a una separación física de los dos sectores y luego a llevar a uno de esos grupos a un patio para calcular mejor. El cronista, que tiene vistas unas cuantas asambleas, no recuerda un desenlace tan prolijo de ese porte mediando tanta paridad. Lo más habitual es que alguien manijee el resultado o que la asamblea se pudra. La corrección de todos y el apego a las reglas fue ejemplar y, con las salvedades que provoca verlo de lejos, pareció hasta con trazos de buena onda.
La dignidad, la disciplina de grupo y la autoestima flamearon muy alto. En paralelo, vale consignar que los participantes no llegaron a 750, en números charros uno cada 100 gualeguaychuenses. Si se pondera que es una asamblea de asistencia espontánea, sin que exista elección de delegados o grupal, el número parece insuficiente para legitimar decisiones de la magnitud de un corte, que compromete la vida cotidiana de la ciudad y la política exterior del país. El tema da para más y justifica abordajes profundos, pero el detalle dista de ser menor.
En la Casa Rosada y en Montevideo se vivió el resultado como un triunfo. Era inevitable, pero sería deseable que los gobiernos rioplatenses, sus presidentes en especial, honraran algunos de los reclamos de los vecinalistas. La necesidad del monitoreo conjunto, de una política ambiental cuidadosa y consensuada son un mandato que deriva de la sentencia del Tribunal de La Haya y del viraje sensato de la protesta entrerriana. Cristina Fernández y José Mujica se llevan bien y lo extrovierten con asiduidad. Es un caudal interesante que debe transformarse en políticas conjuntas. Será un reto para la diplomacia argentina conseguir que el Uruguay modere la extraterritorialidad que ha concedido a la planta interna. La oposición a Mujica se opondrá con furor. El nacionalismo siempre reditúa, máxime tras años de relaciones deterioradas. Además, esto no es muy calibrado en nuestras costas, el emprendimiento es una de las máximas innovaciones en el Uruguay, su mayor inversión extranjera y un resquicio para cierta industrialización en un país que dista de tener el mercado interno y la economía (relativamente) diversificada de su vecino.
Con muchos ripios, se abre una nueva etapa. La política pública y no los tribunales ni la acción directa ciudadana (que amojonaron el camino) dispone de una buena, sí que peliaguda, oportunidad. Es un estadio superador, aunque no garantiza el éxito.
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Chicaneros VIP, abstenerse: La Corte Suprema se vale de otro lenguaje pero expresó un parate a la chicana sistemática y a las desmesuras de tribunales capaces de pergeñar cualquier engendro en detrimento de la esfera de competencia de otros poderes del Estado. Este cronista viene escribiendo que sentencias como la del tribunal de Mendoza desconocen la bolilla uno de derecho procesal o constitucional. El juez Eugenio Raúl Zaffaroni fue más allá: en declaraciones periodísticas, explicó que desconocen principios de Educación cívica que se enseñan en la secundaria. Los fundamentos de la Corte expresan lo mismo, con más circunloquios.