Por Blackie Walsh, redactora de www.laotracara.info
Un total de 322 femicidios fueron cometidos durante 2023 en distintos puntos del país, lo que implicó un aumento de 80 casos en comparación con 2022, según informó la Defensoría del Pueblo de la Nación. Esto representa un salto del 33% anual.
El 60% de las víctimas fueron asesinadas en su domicilio, en su trabajo o en la vivienda que compartían con el femicida: siendo además los hijos de las mamás, testigos de los asesinatos.
También se comprobó que en un 74% existía una relación preexistente entre la víctima y el victimario.
Por otro lado el Observatorio de Femicidios de la Defensoría declara que entre el 1° de enero y el 31 de diciembre del año pasado hubo 6 transfemicidios y 28 muertes violentas de mujeres en contexto de narcotráfico y crimen organizado.
Mataron a mamá
La psicóloga española Raquel Castro especializada en este flagelo declara que los huérfanos de la violencia de género se enfrentan a una situación de "dolor total". "El mayor miedo que puede sentir un niño en la infancia es que le arrebaten de repente a su madre, su figura de apego, de quien depende afectivamente y la principal fuente de satisfacción de sus necesidades".
"Estos niños han vivido una experiencia traumática brutal, sobre todo los que son testigos, el sentir estoy en peligro, soy culpable, va a volver a pasar".
Castro dice que una de las cosas que más les inquieta a estos niños es el futuro incierto al que se enfrentan: "Se preguntan quién me cuidará ahora, dónde me cuidarán, cómo me cuidarán". Entonces qué sucede con los huérfanos de la violencia de género tras el crimen, quién se hace cargo de ellos? Muchos quedan al cuidado de familiares, pero no es la suerte de todos, quedando traumatizados y en hogares de guarda. El estado emocional y psicológico de estos niños es terrible.
Nos siguen matando
Según el informe, el 19% de las víctimas realizó al menos una denuncia por violencia de género previamente al femicidio y, si bien en un 44% no se realizó denuncia, algunos familiares de las víctimas sí habían reportado que existía violencia de género desde antes del crimen.
En cuanto al uso de armas por parte de los femicidas, la más empleada fue la de fuego, al tiempo que 22 mujeres fueron violadas antes de ser asesinadas.
Mientras que, en lo referido a la distribución geográfica de los hechos analizados, las provincias donde mayor cantidad de femicidios fueron Buenos Aires (133), Santa Fe (40), Chaco (22), Córdoba (22), Salta (16) y Tucumán (16).
El Estado tiene una deuda pendiente con el derecho humano a la vida de las mujeres. La falta de información actualizada, con perspectiva de género y de fácil acceso es una traba para la elaboración de políticas públicas efectivas para poner fin a la violencia de género.
Por otra parte el Poder Judicial se ha convertido en una cadena de cómplices: abogados corruptos, fiscales y jueces apoyando esta trama perversa y sin perspectiva de género, y lo único que hacen es archivar denuncias que sangran, mientras cobran sueldos siderales esperando que la mujer sea asesinada.
Que todas las mujeres vivamos una vida libre de violencia, también es una decisión política, y con un gobierno como el de Milei donde las mujeres somos atacadas día a día no vemos ningun tipo de solución ante esta violación a nuestros Derechos Humanos.