CAPITAL FEDERAL, Julio 18.- (Por Mario Wainfeld Hace unos meses, el jefe de Gabinete Horacio Rodríguez Larreta, enfático, narró que “Mauricio le preguntó a Oyarbide varias veces qué pruebas tenía contra él y el juez nunca le contestó”. Economista él, Rodríguez Larreta ignoraba que en las indagatorias el magistrado pregunta y el denunciado contesta o se ampara en sus derechos. Y no al revés.
El jueves, titubeante, la diputada Gabriela Michetti fulminó a
Se ve que sus asesores jurídicos fallan o que los dejaron de lado en tributo a un discurso político victimizador: Néstor Kirchner los persigue, ya van cuatro jueces que le sirven de amanuenses. Oyarbide es un magistrado discutido y desacreditado, asediado por juicios políticos. Los tres camaristas federales tienen buena reputación y no registran acusaciones relevantes. Por otra parte, un funcionario que acusa a jueces por cometer delito de prevaricato tiene el deber (no la mera facultad) de denunciarlo ante los Tribunales. Por algo calla el ministro de Seguridad, Guillermo Montenegro, quien sí conoce el derecho. Su regreso a la sociedad civil y a la cátedra es cercano y no puede permitirse macanear tanto.
La sentencia de Cámara es, mal que pese al oficialismo porteño, contundente (ver asimismo nota central). Convulsionó al macrismo que esperaba una revocatoria o, como piso, un fallo dividido que le permitiera argumentar de modo menos defensivo.
El recurso ante
El campeón de la nueva política afronta un desafío nuevo en la competitiva política doméstica: seguir gobernando con tamaña mochila en su currículum. La oposición se aglutina en su contra, mirando el escenario electoral. Hasta la diputada Elisa Carrió, que no deja pasar oportunidad para denostar el autoritarismo K, califica de “impecable” el fallo.
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Hasta Clarín y
La gestión como alcalde no ayuda. Hasta los tacheros que, según el imaginómetro del cronista, lo deben haber votado en proporción mayor a la media, despotrican.
Los otrora aliados-amigos de Unión-PRO toman distancia, mientras tratan de atraer algún dirigente o legislador macrista. Pueden tener éxito, no sólo los peronistas reaccionan cambiando de camiseta cuando huelen sangre.
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